24 de mayo de 2006

Oro en el Klondike

Todos los años llega este día y generalmente me viene a la memoria Rico Mac Pato, quien siempre que tenía la oportunidad y había auditorio, echaba el cuento de cómo consiguió la primera pepita de oro en el Klondike. No son exageraciones mías, tengo a Donald y a Hugo, Paco y Luis como testigos.
Quizás son chocheras que vienen con la edad, pero cada año, el 24 de mayo, al arrancar la hoja del calendario (o tachar el númerito en el cartoncito del mes) recuerdo que hace tantos años un grupo de locos se puso de acuerdo y formó un club que por milagros de la entropía ha trascendido al nuevo siglo.
Pensándolo bien, debo ser un optimista incurable (y no lo digo por la situación del país, que parece endémica) al soñar todos los 24 de mayo que UBIK va a perdurar otro año más. Además debo ser optimista patológico al permitirme tal liberalidad de arrancar la hoja del calendario de un día que aún no ha trascurrido. ¡Dígame la barbarie de tachar el número, cuando no sabemos si los marcianos van a llegar antes de mediodía en sus artilugios luminosos y reducir a la humanidad a polvo de estrellas!
Pero no creo que muchos de nosotros nos detengamos a maquinar tan funestos pensamientos, aunque a pesar de ello, pocos nos atrevemos a arrancar la hoja del calendario antes de que finalice el día. A lo mejor un Alzheimer infinitesimal, latente, nos obliga a conservar ese recuerdo del día, para que a la mañana siguiente recapitulemos sobre las vivencias del día anterior mientras tiramos sus restos a la papelera.
Así es que, marcianos o no, todos los años el 24 de mayo me pongo a rememorar como Mac Pato acerca de mi pepita de oro en el Klondike. Hace 22 años creamos el club de Ciencia Ficción de la Universidad Simón Bolívar; UBIK para más señas. Fue un jueves neblinoso por la tarde. Afuera las nubes se colaban veloces entre los pinos. Adentro, tras las ventanas del edificio de Básico II (actualmente Ciencias Básicas II), discutíamos ante un pizarrón manchado de tiza cuál sería el nombre de la asociación. Al terminar la reunión teníamos nombre: UBIK, en honor a Philip K. Dick. Asimov quedó finalista y fue una fortuna.
Tal vez sea lo que hay de obsesivo en mi personalidad, pero siempre termino machacando esos recuerdos, igualito que Rico Mac Pato y su anécdota.
Tal vez sea obsesivo, pero mi hija mayor también nació un 24 de mayo.
Sólo me falta encontrar pepitas de oro en el Klondike.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Suerte en la búsqueda, mientras, mucha fuerza a a su UBIK que no existirán marcianos que impidan que sigues arrancando las hojitas.

Salud