19 de agosto de 2004

La resurrección

Lentamente la nueva sustancia surtió efecto. Los párpados se agitaron y el ser abrió los ojos.
-El procedimiento dio resultado; ya no está muerto. -Registró el investigador en su diario.
El engendro abrió la boca, deforme de dolor, emitió un sonoro estertor y volvió a morir.
-Procedimiento exitoso -agregó el científico-, tengo poder sobre la vida y la muerte.
Se inclinó sobre el cuerpo inerme y volvió a inyectarle el líquido ámbar de la jeringa.

(Producto esquizoide de un taller literario - agosto 2004)

6 de agosto de 2004

Pío, pío

-Pío, pío. -El niño miraba fascinado al pollito.
Pollito que picoteaba instintivamente los alambres de la jaulita. Pollito que escarbaba el suelo del tramado metálico, hurgando en la nada de pulcritud artificial migajas del alimento caído. Pollito que picoteaba y escarbaba sin prestarle demasiada atención a la cabecita castaña que lo miraba fascinado.
-Pollito. -El pollito se sacudió como de un mal pensamiento y pió una respuesta anodina:
-Pío, pío -picoteando, caminando. Registrando con el pico la totalidad del alambre que cruzaba mil veces en cuadrícula su mundo restringido. Un cubo metálico de huequitos, con un niño curioso que miraba, sólo miraba, al pollito piar.
Una hormiga extraviada entró por una esquina de la jaula, apresurada, rozando con su abdomen la pista de olores, el sendero químico de Hansel y Gretel. El pollito volteó la cabeza de lado, uno de sus ojos, negro implacable, se fijó en la hormiga, sin pestañear.
-Pío, pío -con un certero picotazo captura a la hormiga y la engulle en un instante. Luego la deglute y la tritura en una molleja llena de piedras y alimento rico en fibra. Interesado, el niño se acerca un poco mas, deseoso de ver todo con detalle, apoya su manito en el suelo cubierto de hojarasca y roza con su dedito el sitio de la jaula donde antes estuvo la hormiga. El pollito continua piando y picoteando las esquinas, buscando hormigas en los sucitos que empegostan la jaula o en las excretas chorreadas sobre el arco de un alambre, depositadas al azar en cualquier lugar. El niño revisa alrededor con la mirada y ve a una hormiga sobre una hoja reseca:
-¡Otra hormiguita! -grita de emoción y toma la hoja con cuidado y la mete por entre las rejas. Asustado por la intromisión, el pollito pega un brinco y vuelve a piar, se arrincona y observa la hoja con un ojo ávido, depredador. Entonces ve a la hormiga, recorriendo la hoja de arriba a abjao, adelante y atrás, arriba a abajo, indecisa y eterna. El pollito se acerca unos pasos, cortitos, y alarga el cuello ladeando la cabeza. La homiga se detiene en la punta de la hoja y agita las antenas, percibiendo. Otro picotazo, otra hormiga menos.
El niño se ríe divertido, se incorpora y se arrodilla ante la jaula, agitando sus manitas con entusiasmo. Ve hacia los lados, buscando hormigas para su pollito y ve el montículo. Se acerca y observa la colina de arenisca, tierra suelta que culmina en un hoyito en la cúspide. Hormigas que entran y salen, rápido, coloraditas, tropezando y toqueteándose con las antenas. Una detrás de otra, infinitas, como en una línea de producción en serie. Una adentro, una afuera, alternándose.
El niño toma la jaulita y corre. El pollito pierde el equilibrio y la inercia lo aplasta contra una de las paredes de la jaula.
-Pío, pío -aturdido y aplastado contra el fondo, el viaje aéreo es corto y la jaula aterriza bruscamente sobre el montículo, bajo la guía atolondrada e inexperta. Salta la tierrita del hormiguero en una lluvia de meteoritos microscópicos, como un alud enanito que se esparce por novecientos centímetros cuadrados. El pollito se levanta, aterrado, en medio de una marea roja de antenas agitadas que se cuentan por millares, pequeñas, voraces. Mandíbulas diminutas que se abren y cierran, mordiendo. Venenosos aguijones que punzan.
-Pío, pío -el pollito sacude una pata y después la otra, y se aleja a una esquina apartada, pero no muy lejos. La forma inmensa, total, siempre cambiante de la masa de hormigas lo alcanza en su rincón, contra las rejas. El pollito pía, se sacude, pía, brinca, pía, pía, pía.
-¡Arturo, hijo! -llama la madre-. ¡Arturo, ven!
El niño con la imperiosa necesidad del hambre vespertina, de bollitos y pastelitos, se levanta y sale corriendo. Las hormigas se elevan por los barrotes de la jaula, subiendo y cayendo, pasando encima de otras hormigas hasta el techo. Adentro el pollito sólo pía y corre, envuelto en hormigas, como una llama colorada, fría, de hormigas frenéticas, incansables.
-Pío, pío.
-Pío.

4 de agosto de 2004

Ciencia Ficción en español

Aquí va una lista de fanzines que publicacn Ciencia Ficción en español para quienes gustan del género y quieren saber qué se está creando actualmente en nuestro idioma. Obviamente, también es una guía para todos aquellos que escribimos y queremos conocer de opciones dónde publicar. Casi todos los fanzines no se restringen a publicar Ciencia Ficción únicamente, sino que aceptan trabajos dentro del ámbito fantástico.
Hay mas publicaciones, pero no tenía las direcciones a la mano:

Axxón
Alfa Eridiani
Golwen
Ma-Ycro
La Plaga
Aurora Bitzine
Qliphoth
TauZero
Ubikverso

La última corre a cuenta de UBIK, la Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía que yo por azar integro. Estamos empezando, por lo que no hay todavía material para leer (aunque este mes subsanaremos la carencia con un primer número), pero podrán leer las normas para enviar colaboraciones. Espero que la lista les provea de sorpresas agradables de mucha Ciencia Ficción en nuestro idioma.

2 de agosto de 2004

Involución

Totalmente confundida, Andreína observaba como el bocadillo reaparecía progresivamente, creciendo luego de cada desesperado mordisco suyo. Casi juraría que sentía la bola de carbohidratos mientras ascendía espasmódica por su esófago hasta su boca. Miró la sorpresa en los ojos de su padre, mientras éste devolvía doscientos centilitros de soda al vaso que sostenía empinado sobre sus labios, en franco desafío de la fuerza de gravedad. Cada pensamiento de Andreína, perturbado, desquiciado, le costaba vencer la contracorriente de aquel otro pensamiento, antiguo, enclaustrado en su tiempo, firmemente adherido al instante preciso cuando el bocadillo siguió el curso natural de un bocadillo al ser deglutido. Pensamientos en reversa, los originales, guturales, sílabas desconocidas concatenadas en retorno. Ya su padre estaba terminando de llenar su plato de espaguetis, fideo a fideo, arrollados sobre el tenedor, colocados uno a uno sobre el plato, formando de nuevo el montículo cubierto de salsa y queso. Su hermano, aterrado, con los vellos del brazo erizados, ya se retiraba de la mesa, el primero en devolver todo el alimento. Ahora escuchaba sus pasos en carrera de espaldas por la escalera rumbo a su habitación. Trató de decirle algo a su madre cuando dejaba el plato intacto en la mesa, pero su voz sólo emitía revertidas las frases rituales que había dicho minutos antes, cuando el tiempo iba en el otro sentido. Se levantó y comenzó a andar de espaldas hasta que traspasó el umbral de la puerta de la cocina. Precisa, veloz, con pasos seguros llegó hasta el portal y el sol del mediodía le dio en la espalda.Así lentamente, la mañana dio paso a la oscuridad y el día se fue enfriando en la noche. Las gentes una a una, fueron levantándose, luego despertándose hasta dormir durante toda la noche. Primero los noctámbulos, luego los demás, poco a poco, se durmieron abriendo en seguida los ojos y luego se acostaron. Luego vinieron las cenas devueltas. Y el atardecer siguió a la noche, hasta el nuevo mediodía. Los ciclos inversos se repitieron hasta que las mentes desistieron de entender aquello y aprendieron a vivir en reverso. Aprendieron a comunicarse con la intensidad de la mirada, con el calor de la piel en los roces repetidos, sin control. Aprendieron a apreciar los amores con mayor intensidad desde el momento en que los perdían hasta que comenzaba el romance. Celebraron los entierros y lloraron los nacimientos. Y vivieron nuevamente. Hacia atrás, siempre hacia atrás.