29 de octubre de 2004

Aguas furiosas

Ayer me vi transportado, sin moverme de mi trabajo, a las orillas de un turbuilento río selvático. Vertiginoso y violento, de oscuras aguas marrones que lamían las paredes del edificio y ocultaban lo que en alguna ocasión fueron las aceras y la avenida, el furioso recién nacido bramaba y se llevaba todo a su paso, arrastrando zapatos, botellas y barriles metálicos. La fuerza de las aguas que bajaban cual rápidos arrancó pedazos enormes del asfalto y se los llevó flotando al medio de la avenida transversal, donde las aguas se apaciguaban y los carros y las personas pastaban su asombro con el agua a nivel de las pantorrillas.
Alucinante fue ver los carritos minúsculos que se desplazaban, había algunos que más bien se deslizaban, como lanchones en medio de la crecida de millones de litros que bajaban sin control, infinitos y tumultuosos, desde la montaña. Desde las rejas del estacionamiento veía los rostros asombrados de los conductores, como en un sueño, algún viaje psicotrópico, digno de Dick, en plena avenida del oeste de Caracas. Al final, después de una hora de río embravecido, las aguas comenzaron a mermar. Una camioneta quedó anclada en el agujero de una cloaca pues su pesada tapa de metal, arrastrada por el agua, había llegado hasta el cruce y reposaba en medio de innumerables cascotes de asfalto. Los fragmentos de pavimento estaban ahora esparcidos como islas en un océano de agua y carros estacionados en el enorme estacionamiento que era la ciudad de Caracas.
En ese momento la tarde apenas comenzaba y me restaba un largo camino de regreso a casa.

22 de octubre de 2004

Haitón del Pleistoceno

Profundo y voraz, el haitón se alimentaba de la selva húmeda. Los helechos, el musgo, las palmas, las hierbas, todo lentamente llegaba a su borde e inevitablemente se perdía en la profunda sima. El haitón no pensaba, aunque abajo, donde no llegaba la luz, descompusiera la materia en su más minúsculos componentes. Tampoco soñaba, pero dormitaba con la enorme boca abierta, oscura y húmeda. Los animales ya lo conocían y daban largos rodeos para evitar su aliento, pero las plantas atadas por sus raíces estaban condenadas irremediablemente a ser su alimento. Sus troncos caían verticales, todavía enhiestos, y recorrían decenas de metros antes de chocar con rocas invibles y volverse pedazos. Nadie oía su caída y menos su muerte oscura, a cien o doscientos metros de profundidad. Al final todo terminaba en un anónimo chapoteo. Mucho después las hojas podridas descenderían lentamente en espiral dentro del agua fría del lago en su interior y el haitón volvería pronto a devorar.

20 de octubre de 2004

Necronomicón III

Huy, tanto tiempo en silencio, menos mal que regreso y con una buena noticia.

Ni Abdul Alhazred podría creerlo, después de diez años regresa el Necronomicón. Fueron varios los factores que motivaron la resurrección de la publicación con tan ominoso nombre, pero la razón principal fue la necesidad de un medio de divulgación de literatura de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción corta, que se pueda disfrutar con celeridad, que impacte de golpe y se deguste luego, en calma, en la mente, mientras vamos al trabajo, la universidad o regresamos a casa. Si en las noches se despiertan agitados, rememorando algún relato especialmente perturbador, no nos culpen. Necronomicón está pensado para ser degustado con placer, sea cuales fueran las consecuencias de su consumo.

La nueva encarnación del Necronomicón ya está en línea:

El Necronomicón es una publicación de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción de UBIK Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía. El Necronomicón tuvo su origen en 1993 cuando comenzó a ser publicado en papel y luego de los dos primeros números su edición quedó en suspenso hasta que recientemente se reasumió, esta vez en formato digital. El Necronomicón está enfocado en relatos cortos, de no más de 1000 palabras, de los géneros ya mencionados, aunque con principal énfasis en el universo de los mitos de Cthulhu.
El Necronomicón N° 3, de octubre, viene con excelentes relatos de Eximeno, Álamo y Bonsembiante.

Contenido:
La Bella Durmiente por Santiago Eximeno
Maldito Poe por Alfredo Álamo
La Tardecita de los Dioses por Fernando Bonsembiante.

Ilustración de Juan Raffo.

Puedes leer el Necronomicón, si temor de perder la locura, en:

http://www.geocities.com/ubikcf/necronomicon/necro3/necro3.htm

Espero comentarios, sugerencias y colaboraciones, tanto de relatos como de cuentos. En la página del Necronomicón se establecen las bases de participación. La periodicidad pretende ser mensual, así que pueden buscar el próximo número en noviembre.