2 de agosto de 2004

Involución

Totalmente confundida, Andreína observaba como el bocadillo reaparecía progresivamente, creciendo luego de cada desesperado mordisco suyo. Casi juraría que sentía la bola de carbohidratos mientras ascendía espasmódica por su esófago hasta su boca. Miró la sorpresa en los ojos de su padre, mientras éste devolvía doscientos centilitros de soda al vaso que sostenía empinado sobre sus labios, en franco desafío de la fuerza de gravedad. Cada pensamiento de Andreína, perturbado, desquiciado, le costaba vencer la contracorriente de aquel otro pensamiento, antiguo, enclaustrado en su tiempo, firmemente adherido al instante preciso cuando el bocadillo siguió el curso natural de un bocadillo al ser deglutido. Pensamientos en reversa, los originales, guturales, sílabas desconocidas concatenadas en retorno. Ya su padre estaba terminando de llenar su plato de espaguetis, fideo a fideo, arrollados sobre el tenedor, colocados uno a uno sobre el plato, formando de nuevo el montículo cubierto de salsa y queso. Su hermano, aterrado, con los vellos del brazo erizados, ya se retiraba de la mesa, el primero en devolver todo el alimento. Ahora escuchaba sus pasos en carrera de espaldas por la escalera rumbo a su habitación. Trató de decirle algo a su madre cuando dejaba el plato intacto en la mesa, pero su voz sólo emitía revertidas las frases rituales que había dicho minutos antes, cuando el tiempo iba en el otro sentido. Se levantó y comenzó a andar de espaldas hasta que traspasó el umbral de la puerta de la cocina. Precisa, veloz, con pasos seguros llegó hasta el portal y el sol del mediodía le dio en la espalda.Así lentamente, la mañana dio paso a la oscuridad y el día se fue enfriando en la noche. Las gentes una a una, fueron levantándose, luego despertándose hasta dormir durante toda la noche. Primero los noctámbulos, luego los demás, poco a poco, se durmieron abriendo en seguida los ojos y luego se acostaron. Luego vinieron las cenas devueltas. Y el atardecer siguió a la noche, hasta el nuevo mediodía. Los ciclos inversos se repitieron hasta que las mentes desistieron de entender aquello y aprendieron a vivir en reverso. Aprendieron a comunicarse con la intensidad de la mirada, con el calor de la piel en los roces repetidos, sin control. Aprendieron a apreciar los amores con mayor intensidad desde el momento en que los perdían hasta que comenzaba el romance. Celebraron los entierros y lloraron los nacimientos. Y vivieron nuevamente. Hacia atrás, siempre hacia atrás.

1 comentario:

enigmas PRESS / Gandica dijo...

Justo hoy acabo de leer un artículo de Alan Watts, en su libro de "meditaciones" dedicado al "Tiempo".
Así que no estás muy errado con ese ...atrás, atrás.