En la revista British Medical Journal de febrero salió un artículo donde se estudia la introducción en Italia de las "baby boxes", cajas especiales para que las madres que quieren abandonar a sus bebés lo hagan allí. Las "baby boxes" son aparatos similares a una incubadora neonatal donde las madres pueden colocar a su bebé, accionar un timbre y retirarse (¿escapar?). El timbre le avisa a la enfermera de turno que alguien ha utilizado la "baby box" (como los hornos de microondas cuando terminan el ciclo de calentamiento y hacen "ping"). Al mismo tiempo una señal le notifica al médico y la enfermera del retén, para que todo esté listo para brindarle los cuidados al bebé abandonado.
La idea tampoco es que sea novedosa. La cajitas habían sido utilizadas en la edad media. En Padua, en los orfanatos, se empleaba un rueda circular que contenía una caja en el exterior. Una madre medieval (al igual que las madres modernas) llegaba presurosa y clandestina, depositaba el bultito en la caja, sonaba la campana y huía a toda mecha. Las monjitas dejaban de hacer el pan o callaban las letanías, hacían girar la rueda y veían lo que habían dejado en la canasta. Simple y crudo.
Las "baby boxes" ya se utilizan desde hace más de cinco años en las afueras de los hospitales de Alemania y Hungría. En República Checa no han contado con el apoyo oficial debido a la percepción del ministerio de salud de que el uso de las "baby boxes" aumentaría el número de casos de abandono. Otros países que han implementado la idea son Bélgica, Austria, Eslovaquia y Suiza.
La objeción del ministerio de salud checo suena sensata, pero como con todos los dilemas éticos de nuestra complicada vida hay dos caras de la moneda: En Alemania se comenzó a utilizar el sistema después que se produjeron dos muertes de infantes en 1999, abandonados en recolectores de basura. Aunque la duda (y la decisión) checa pueda parecer políticamente correcta (sobre todo políticamente), tampoco podemos olvidar que los padres no van a dejar de abandonar a sus hijos por el sólo hecho de que no existe un medio seguro para hacerlo. Lo han hecho durante siglos y seguirán "ejerciendo la práctica" llueva, truene o relampaguee. Ahora bien, una pregunta importante es: ¿la "baby box" aumentará el número de abandonos? Para eso está la estadística y no debe ser muy difícil de determinar si hay cambios motivados por el uso de la canasta. Otra pregunta importante (el mudo está lleno de ellas): ¿importa si aumenta el número de abandonos si el uso de la "baby box" salva vidas? Lamentablemente aquí las estadísticas han emprendido la retirada y nos han dejado solos... las muy cobardes. Es como en el caso de repartir preservativos: ¿promueve la promiscuidad o intenta evitar el contagio con el virus del VIH? ¿Dejamos de repartir condones y nos olvidamos de promocionar la práctica del sexo seguro?
Son los casos donde entran en juego la valoración ética y moral de la situación. Aquí es donde el ser humano se enrolla, trastabilla y comete el mayor número de desaciertos.
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