Desde el punto de vista positivo: nos salvamos del hexacampeonato. Lo negativo fue para Brasil, la derrota en un juego mal jugado de un equipo que jamás pudo encontrar una mejor forma de golpear la pelota... mejor dicho: jamás encontró la pelota. Brasil fue un espejismo de grandes nombres que en la hora decisiva se disolvió.
Lo de Zidane fue antológico, jugó como pocos y me recordó la actuación del maltrecho Maradona en el partido contra Inglaterra en 1986. Uno de esos instantes de fútbol que han quedado grabados en mi memoria, aunque supongo que tampoco se le olvidará al equipo brasileño.
Ya están cuadrados los juegos de semifinal y el instinto apunta a Alemania y Francia. Si no se atraviesa alguna circunstancia caprichosa Francia podía quedarse con el título, pero aún tiene que ganar dos juegos. Mañana contra Portugal (que tendrá la plantilla completa) y el domingo ante Alemania. Italia desde el otro lado de la llave puede torcer prematuramente el destino de Alemania. Sin embargo, confiemos en el sentido común y aguardemos el partido final.
Ya el jueves las brumas de la final se habrán disipado.
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