22 de noviembre de 2006
Variaciones 1
Zas llegué corriendo y criiiiiiiiiiiii me deslicé sobre la suela de mis zapatos de goma por el suelo de cemento pulido. Top top unos saltitos al final para frenar y no perder el equilibrio. Ya era bastante tarde para evitar dejar marcadas las suelas sobre el piso, glooooch, como chicle pegado al pupitre. Me acerqué apurado a la ventana que había en la puerta del salón. Verdugo ya había comenzado la clase de lengua y hablaba sin parar sobre Rómulo Gallegos. ¡Qué bárbaro! Mira hacia la puerta, agáchate, uno dos tres cuatro cinco a ver si ya... Ajá, es el momento, le habla a Adalberto, le pregunta y el chamo tiene las orejas coloradas. ¿Quién sabe la respuesta? Coclón, coño la puerta está cerrada y Verdugo ahora me está viendo. Sonrío comprometido tras el vidrio y le hago señas innecesarias con la mano pues ya se me acerca y no me gusta su pinta. ¿Tiene el ceño fruncido? Clac güiiiiiiiiiiiii, mierda con la dieresis, le falta aceite a esas bisagras, chirrian rechinan. Álvarez, ¿se le ofrece algo? ¿Burla? Hola, profe, tengo... Buenos días, Álvarez. Buenos días, profe. Profesor. Profesor. Hace bastante tiempo que mis buenos días ya no lo son. ¿A qué debo el placer de su interrupción? ¿Acaso me está jodiendo? Vengo a clase... Tarde. Tarde... Sí, señor. No es preferible que se hubiera quedado sentadito en el patio hasta que sonara el timbre. Este... Porque ahora ha interrumpido la clase y total usted no tiene nada que perder si falta a una clase. Verdugo. Parece que lo goza y yo bien bolsa pensando que tal vez tenía tiempo, luego pensando en que tal vez tuviera suerte, y le entraba a la clase, calladito. Siento el retumbar bun bun bun bun de mi corazón dentro del oído. Me parece escuchar murmullos, risas, conversaciones furtivas, sonidos callados de comentarios indiscretos. Güii rechina cortito la puerta cuando la empuja el brazo de Verdugo al apoyarse en ella y echárseme encima enorme grande descomunal con la cara colorada. ¡Hágame el favor de prestarme atención cuando le hablo! Lo escucho, señor. Lamentablemente usted es un caso perdido, no se quiere componer, no hay forma de que coja el camino. Yo ya tiré la toalla. Vamos, espere en el patio y no perturbe más a la clase. Sí, señ... Al diablo, no lo aguanto más, ni a él ni a doña bárbara. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre. Coño de la madre.
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2 comentarios:
XDDDD
Muy bueno....y el final perfecto.
Por fin entiendo el título:¡Variaciones! Por supuesto ¡ni Mozart! La verdad es que Verdugo es un coño de madre.
Jorge nadie puede afirmar que no tienes un estilo para decir las cosa... para mi es novedoso y si sigo leyéndote, cosa que pienso hacer, de repente le cojo el gusto.
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