El monstruo nació sin ojos.
Y fue feliz al escuchar el canto de los pájaros.
Y se entristeció al oir el gemido de los desposeídos.
Y temió el retumbar del trueno.
Y tuvo confianza cuando oyó el canto de los justos.
Y su valor encumbró con los gritos de los guerreros.
Y permaneció largo tiempo expectante, disfrutando su universo de sonidos, testigo de cada ruido, cada melodía, cada crujido... hasta que se murió de hambre.
Para otra variación sobre este tema refiéranse a Experimento N° 4 en: http://www.letralia.com/45/cr05-045.htm
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