Para cruzar el río no hay más que cruzarlo. Tomar la decisión y lanzarse hacia delante a lo encharcado de la orilla de barro resbaladizo y hundirse en la profundidad de la corriente fría.
Para cruzar el río no hay que pensárselo, sólo caminar hacia delante, que pronto estarás al otro lado.
Para cruzar el río no hay que dudar, pues en la duda está la oportunidad perdida y después sólo queda el lamento... y los recuerdos de un río que no se cruzó.
Para cruzar el río... solo hay que caminar y pasar al otro lado... y mirar atrás y blasfemar por no haber utilizado el puente.
Oye las palabras sabias, pequeño saltamontes.
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